En el Salón del Cómic de Barcelona hoy ya hay más gente. Mucha más gente, aunque no resulta agobiante. Se transita bien por los pasillos, se pueden ver las exposiciones sin empujones ni apreturas y hasta se pueden hacer colas no demasiado largas. Cuando ves a los dibujantes esbozar, una tras otra, las páginas de cortesía de los tebeos que llevan su firma, te imaginas su trabajo diario en el estudio, a solas con su tablero y su imaginación, y llegas a la conclusión que tu trabajo puede que no sea tan aburrido.
Colas. Es la segunda vez en todas las que me he paseado por el salón en el que he hecho una cola para que un dibujante ilustrara algo especialmente para mí. Hay varias razones por las que no soy muy asiduo a esta actividad tan salonera, pero principalmente el problema es que llevo muy mal eso de estar plantado dos horas de pie, sin hacer nada más que esperar que llegue mi turno. Pero tanto hace unos cuatro años como hoy ha merecido la pena. La razón de tanta espera está arriba. Ese entrañable abuelito, digámoslo con mucho cariño, ha esbozado un hermoso retrato en poco más de tres minutos de uno de los personajes más hermosos del cómic moderno.
Hoy ya hay más conocidos, amigos incluso. Nacho y Rosa ya estaban ayer, y seguirán mañana, y pasado, y lucen así de guapos ellos. No ha habido tiempo de hablar con Agustín y Juanola, porque han llegado tarde y me han pillado en la cola. Están destrozados por el pesadísimo viaje desde Gran Canaria y, aunque tenía previsto cenar con ellos, dejaremos esa relación social hasta más tarde. Alex, mi Alex, está muy nervioso porque parece que su futuro profesional mejora, y de golpe; pobret meu, espero que le haya ido bien la entrevista de trabajo, mañana me contará. En el stand de Panini hay mucha gente, y dibujan sin parar Larroca y Ferry, mientras que los jefes están muy reunidos, así que la ocasión de charlar con ellos parece lejana. Paco Camarasa sigue como siempre, y ha planteado un proyecto de lo más interesante; conociéndole, hasta que no lo tenga más avanzado no me voy a creer nada, pero puede ser muy bonito. He conocido a “la competencia” bloquera, a uno de los asiduos del foro, a...
Uf. Un día cansado, y no son más que las seis y media. Tras el tercer café del día, sigo paseando ahora que mis pies ya han descansado un poco. Y a casa pronto, a engancharme el mundo virtual tras un día entero inmerso en el real.
Y luego, a cenar con Santi (que llega en un rato) y Cuca.Un día c0mpleto y aprovechado, sí señor.