domingo, noviembre 20, 2005

Nueve añitos soñando

El niño de Nacho Carmona cumple nueve años. Se trata de un retoño especial, con muchas letras, imágenes y sonidos, y con un nombre curioso.

The Dreamers es el nombre de muchas cosas, el título de novelas y películas. Y también el de uno de los primeros que en España hablaron de tebeos en el incipiente mundo de la internete en el muy lejano 1996.

Fue entonces cuando lo conocí, aunque pasaron varios años hasta que comencé a colaborar activamente en ella. En todo este tiempo ha crecido, se ha desarrollado, ha estado a punto de morir (esos viruses, qué malos que son) y se ha convertido en el centro de la opinión de los aficionados a los tebeos españoles. Entre otras muchas cosas, claro.

Así que nunca es tarde para una felicitación, y menos para pasarse por allí.

Ya sabes, Nacho tiene una tienda repleta esas cosas que me gustan y está cercano el fin de año...

viernes, noviembre 11, 2005

De alfabetos muy antiguos

Leo en IBLNews un sitio de información interesante aunque de ideología católica (tienen una sección titulada fe cristiana, y el comentario tiene su porqué, no es gratuito) el siguiente titular:
Arqueólogos hallan dos líneas de alfabeto hebreo antiguo
Y alucino cada día más con la fuerza que tiene el lobby judío en los Estados Unidos.

Es que son la repera, oiga usted.

Llevo semanas leyendo cosas sobre el papel que tuvo la comunidad hebrea en el nacimiento de esa estupenda manera de comunicar del siglo pasado que me sublima y ocupa muchas de mis horas de vigilia (sí, los tebeos); del uso de la narrativa dibujada para explicar el Holocausto a las nuevas generaciones, de los nombres judíos que hay detrás de grandes figuras de este arte y hasta a algunos escribas americanos que se asombran de la fuerza que tienen dichos discursos, además de lo curioso que resulta que se amontonen ahora tantas expresiones en el mismo sentido.

Sucede lo mismo con las productoras cinematográficas (sí, los directivos de las más grandes empresas de película son... judíos), las cadenas de televisión (idem, de verdad, te lo juro), las editoriales...

Y ahora ésto. Transcribo.
La tablilla fue hallada durante excavaciones realizadas en junio en Tel Zayit, en las tierras bajas de Judea, Israel.

"Todos los alfabetos posteriores del mundo antiguo, incluyendo el griego, se derivan de este antepasado de Tel Zayit", dijo Tappy al diario The New York Times.
Están convencidos de que son los mejores. Que son los más grandes. Que tienen razón. Que son más fuertes. Que tienen más dinero. Que sus armas son más grandes y mortíferas. Que estaban aquí antes. Que tienen la gracia de Dios (sí, en mayúsculas, porque no es un cualquiera este señor, no).

Y ahora, de manera sibilina, destilan que han inventado, ni más ni menos, que el alfabeto.

Ya digo, si es que son la repera.

Cajas y cajas de tebeos

Llevo años, literalmente, organizando los tebeos de mi despacho. Desde la reforma, que comenzó hace ya casi seis años, y que provocó que todos fueran ubicados con cuidado en cajas y bolsas, que no fueron tratadas idóneamente por los peones que transformaron el piso en mi casa.

Durará mucho todavía el proceso de vaciado, porque hay cosas mucho más importantes e, incluso, hasta más urgentes, que hacer en estos días. Y lo que queda...

Pero en este día de mierda (climatológicamente hablando; gris, lluvioso, asqueroso), se ha hecho la luz y la sonrisa no se me quita.

El fin de semana hice una barbaridad. Entré en Amazon y me gasté MUCHO dinero en cuatro cositas a las que le tenía muchas ganas. Pensé... ahora es el momento. Se han juntado tres vicios y, de esta manera, te ahorras una pasta en portes, ya que llega todo junto.

Acaba de sonar el timbre del portal. Un señor de correos que me subía unos paquetes. Dos cajas. DOS CAJAS. Si yo no he pedido tanta cosa. Bueno, la verdad es que sí, pero no pensaba que... ¡¡¡DOS CAJAS!!!

Un libro, Men of tomorrow, escrito por Gerard Jones, que relata el inicio del cómic-book en los años 30 y la relación con las mafias americanas, y los judíos, y todas esas cosas que sin ser Historia, es el trasfondo que hace que los tebeos hayan llegado a ser lo que son, para todos pero también para mí.

El primer volumen de Fantastic Four Omnibus, un supertocho con los primeros 30 números de la colección y el primer anual. De cómo Stan Lee y Jack Kirby re-inventaron el género de los superhéroes. Imaginación, diversión, bonitos dibujos y muchos recuerdos sensibles. Una joya, vamos.

La caja con la segunda serie de The League of Extraordinary Gentlemen, tamaño extra-grande. Sí, son los de la película, pero no, no son los de la película. Esto es canela fina. Aventuras modernas ambientadas en una irreal Inglaterra victoriana, escritas por el mago Alan Moore, cuyos guiones completos están en el segundo volumen, junto con muchos bocetos de Kevin O'Neill.

Y... TODO CALVIN Y HOBBES. ¡¡¡TODO!!! Una caja sólo para esta caja, tres volúmenes que, por cierto, pesan un huevo. No digo más. Que me emociono.

Menudo fin de año me espera. No me voy de viaje. Me quedo en casa a leer. Así que tendrás que venir a verme, porque me he gastado todo lo que tenía. ¿No había dicho algo así al principio?

miércoles, noviembre 02, 2005

Mirar hacia detrás es bueno...

... pero andar hacia detrás no lo es.

Sabias palabras de mi gurú particular, Warren Ellis, cuyos tebeos consumo con fruición y cuyas columnas leo con morbo y curiosidad (mal)sana.

Uno, que tiene por costumbre mirar siempre hacia delante, no vaya a ser que se le lastime el cuello por girarlo, está ultimamente pensando más de lo habitual en las cosas que han sido, que fueron o que, precisamente, no fueron.

martes, noviembre 01, 2005

"Prepárense a sufrir"

En el tránsito hacia el amor hay desconcierto, ignorancia, vergüenza, dolor, ira y mucho sufrimiento. Nicole, el personaje interpretado magistralmente por Charlotte Rampling en Las llaves de casa, le dice a Gianni que sacar adelante a un niño enfermo (¿de qué? no es importante) es una manera de vivir, que no se dedica a otra cosa. Le dice, tambíén, que se prepare a sufrir.

Los quince años del niño no-actor alrededor del que gira toda la historia son el momento escogido por el director italiano Gianni Amelio para contar el primer encuentro con su padre. Para mostrar la perplejidad con la que un hombre maduro se enfrenta al momento más complicado de su vida. Para afrontar cara a cara la responsabilidad de la paternidad. Para disfrutar de la alegría y candidez de un adolescente que es todo ilusión. Para desplegar un torrente de emociones que hipnotiza a cualquiera que se aventure a observarlas.

Giusseppe Pontiggia es el autor de Nacido dos veces, de cuyas sensaciones se extrae la sustancia en la que está basado el guión de Las llaves de casa. La historia ya no transcurre en Milán, sino que partiendo de la capital piamontesa, viaja en tren hasta Berlín y finaliza en Noruega, donde se produce el reconocimiento final de la extraordinaria responsabilidad que supone tener a tu cargo a una persona discapacitada, como se le podría calificar eufemísticamente a Paolo. Donde las lágrimas al final explotan, tras una semana de ser soterradas, escondidas tras una forzada sonrisa y un “no pasa nada”. Es en la soledad de una carretera gris donde se produce la aceptación de lo inevitable, cuando el amor escondido hacia el hijo desconocido se impone a todo el sufrimiento nunca imaginado gracias a una sonrisa y a un abrazo.

Esas son sus armas, que les convierten en héroes cotidianos que salvan, día a día, la vida de los que les rodean.

Stardust, al cine

Una estupenda novela, que puede ser una gran pellícula. Aquí lo cuentan.
    La productora Paramount está en la fase final de las negociaciones con el cineasta Matthew Vaughn (Layer Cake) para dirigir y producir su adaptación del relato de Neil Gaiman Stardust. Vaughn ha escrito el guión con su compañera Jane Goldman.

    La novela de Gaiman publicada por primera vez en 1997, Stardust: Being a romance within the realms of faerie, está ubicada en una población de campo inglesa en la que se mezclan lo mortal y lo mágico. La historia está centrada en un hombre que le promete a su amada que recogerá una estrella caída por ella y se aventura en los terrenos mágicos, donde ha de enfrentarse con brujas, duendes, gnomos, animales parlantes y árboles vivientes.

    Stardust ganó el prermio Mythopeic en 1999 para una novela adulta, iba a ser producida originalmente por Dimension. Se ha desarrollado con la idea de acercarse a una historia de fantasía con trazos de comedia, con en La princesa prometida y La historia interminable.

La pequeña Lola

Es noticia que Bertrand Tavernier estrene una película. No lo es tanto que tenga que pasar casi un año desde su estreno en Francia para poder disfrutarla en las pantallas españolas. En cualquier caso, es un placer.

La pequeña Lola, que así se ha titulado en español, cuenta la historia de una adopción, la de una pareja que no puede concebir y decide viajar a Camboya a intentar hacer su sueño realidad. Pero sobre todo cuenta el infierno por el que tienen que transitar Pierre y Géraldine, que como ya explicó Dante, tiene varios niveles: la lluvia de la época de los monzones, la burocracia interminable, la superioridad burguesa de los franceses en el sur de Asia, las mafias que se aprovechan de las circunstancias, los ricos americanos y la desesperación, la impotencia.

Durante más de la mitad de la película, el director se dedica a desmenuzarnos las terribles condiciones de vida de los camboyanos y lo poco que pintan los franceses que viajan a ese país, tras haber completado una compleja maraña de papeleo ministerial europeo, en busca de un hijo que la naturaleza les escamotea. Como dice un indígena, la gente en Camboya sonríe por fuera pero lleva todo el dolor por dentro. No puede ser de otra manera cuando su vida es tan miserable como se muestra, circunstancia que se ve amplificada por el señoritismo de los franceses, en su hotel para extranjeros y su prepotencia, creyéndose merecedores de más atención que los demás pero quejándose de los americanos, que van en busca de los mismos niños, pero con mucho más dinero en el bolsillo.

Un país que tiene el corazón y el alma tan destrozados como sus piernas, consecuencia de los millones de minas anti-persona que todavía hay enterradas en los campos y que alargan la matanza, pero sobre todo la tristeza, que dejó entre los camboyanos el periodo de gobierno de los jemeres rojos. Hay un monólogo de un personaje, que sólo aparece para decirlo, en el que se retrata ese cruento episodio de la historia del país de una manera que provocará escalofríos incluso en las personas menos emotivas.

Deambular por Phnom-Penh, de oficina en oficina para que firmen papeles o te manden a otro lugar, permite que Tavernier nos enseñe las calles de una ciudad de casi dos millones de habitantes con calles sin asfaltar y con niños jugando al fútbol bajo la lluvia constante. Recorrer sus mercados y hablar con sus gentes, hurgar en todos los orfelinatos en busca de un recién nacido sin colocar, viajar al más profundo sur del país ("mira, aquello de allí es Vietnam"), hace que la actitud de los protagonistas cambie y, con ello, se dé paso a una segunda parte en la que ya no se usan los caros taxis, se aprende el idioma, se asiste a las fiestas tradicionales; en fin, se pierde el orgullo y se intenta sobrevivir a la tragedia que supone no encontrar al hijo deseado.

Los sentimientos de Pierre y los de Géraldine quedan reflejados, de manera circunstancial, en una grabación en cinta que van haciendo alternativamente, dedicada a ese hijo que tal vez se lleven de vuelta a casa, frente a las montañas nevadas, donde la abuela lo tiene ya todo preparado. Sus dudas, sus miedos, las peleas entre ellos provocadas por la extenuación y la falta de respuestas...

Hasta que aparece, milagrosamente, Holy Lola. Una niña de nombre impronunciable y que, por tradición, recibe el del orfelinato en el que es recogida. Ya llevamos más de la mitad de la película y la luz, la alegría, la esperanza llega, al fin, a las vidas de la joven pareja. Tal vez demasiada, porque el proceso de adopción es una verdadera carrera de obstáculo administrativos que se consiguen sortear con paciencia, dinero, chantajes y, en ocasiones, suerte; cuando el billete de vuelta está cerrado y el tiempo se acaba.

Puesto que, en definitiva, La pequeña Lola es la historia de una adopción, la película debe girar en torno a la niña, como lo hacen los sentimientos de los futuros padres y cuya felicidad explota en las calles de tráfico infernal. Lo hace en su parte final, la niña es el centro de las miradas y la atención de los protagonistas.

Para acabar, ya en el aeropuerto (donde empezó más de dos horas antes el relato), una mirada fuera de campo, a ese país en el que han pasado unas semanas interminables y al que prometen volver en busca de los verdaderos padres de la pequeña Lola.