martes, diciembre 27, 2005

De muros y barreras

Esto de ponerle límites al monte, al mar y al desierto es algo que me sorprende sobre manera y me indigna a la par.

Leo lo que sigue:
El Congreso de México pidió hoy a los parlamentos de España, Portugal y los países latinoamericanos que rechacen la construcción por parte de EEUU de muros en su frontera sur para impedir el ingreso de inmigrantes.
Y por mucho respeto que me merezcan los congresistas mexicanos, ¿acaso no saben ellos que nosotros tenemos nuestro propio muro?

Sí, ese vergonzoso zarzal de púas de seis metros de alto y tres barreras, protegido por soldados que no pueden disparar, y que aísla un poco más a los habitantes españoles del norte de África del resto del continente donde se encuentran.

¿No tienen ambos la misma función?

Mantener alejados a los indeseables que no tienen dinero para pasar la frontera por los lugares controlados, con un pasaporte cuñado hasta tres veces y los bolsillos más o menos llenos de dinero, pero dinero al fin y al cabo.

Sí, los buenos sentimientos quedan muy bien en público. Es correcto meterse con el terrible muro que levantan los israelíes, o el que alzan los norteamericanos, pero las mismas voces deberían gritar por igual por la tropelía que se comete en el norte de África.

¿Es este el mundo que queremos, uno lleno de fronteras con policías y soldados por todos lados?

No dicen eso en los grandes eventos mundiales, ¿o acaso sí?

¿Tal vez será que las únicas fronteras que les interese borrar sean las que les impiden ganar más dinero todavía?

jueves, diciembre 22, 2005

miércoles, diciembre 14, 2005

Tan sólo 8 minutos

Leo que ese tiempo, 8 minutos, es el que tarda la luz del sol en llegar a nuestros ojos desde el centro de nuestra galaxia.

¿No es poco?

¿O tal vez sea demasiado?

Lo cual me hace pensar en la extraordinaria relatividad del tiempo. No, no en el sentido einsteniano de la palabra, sino en el casero, el real, el de todos los días. En cómo se te pasa el tiempo por delante sin que avances; en lo poco que realmente puedes hacer desde que un haz de luz que va a golpear en tu ojo en 480 segundos sale de la enorme masa solar.

"No hay tiempo, no hay tiempo", dice el sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas. Nunca falta el tiempo, le contesto, no nos lo vamos a comer ni lo gastaremos por mucha prisa que nos demos en hacer lo que tenemos que hacer.

Y, sin embargo, siempre nos hace falta un poco más para acabar eso que dejamos a medias y que, algún día, deberemos finalizar.

21 gramos es el peso que, según la película, pierde una persona cuando muere.

¿No es poco?

Porque lo que se pierde es precisamente algo mucho más pesado de llevar que... 21 gramos de lo que sea.

La vida, ni más ni menos.