jueves, abril 20, 2006

¡39! (pues no me he enterado, oiga)

Este año ha pasado discretamente el día 19 de abril por mi calendario. Tan repleto de actividades que ha estado en ocasiones anteriores, la de ayer fue una jornada de los más normal.

¿Qué hay distinto a como era hace un año?

No peso más, incluso me parece que un poco menos.

La claridad de la coronilla no es más evidente.

Hay más pelos en la cara, eso sí, y muchos de ellos son blancos.

Vale, bien, bueno, no tengo trabajo, no cobro un jornal.

Estoy escribiendo la tesis.

¡Y hasta me preparo una oposición!

Hoy sólo soy un día más viejo que ayer, y ayer lo era del martes, pero la cifra que he de responder cuando me pregunten por mi edad será distinta.

¿Ves? Casi nada cambia, pero en realidad todo lo hace momento a momento.

El próximo será la bomba.

Que uno no cambia de década todos los días.

Formetera arderá.

miércoles, abril 12, 2006

Con otras palabras

Hoy hago uso del servicio de avisos de La Vanguardia y traslado el estupendo artículo que hoy ha publicado Jordi Costa en el diario barcelonés a propósito de la película V de Vendetta. No es por no escribir, sino que son tan acertadas las palabras del crítico que permiten hacer algo de lo que en estos momentos no me siento capaz.

Tras la máscara de V
La ausencia de Alan Moore, el guionista del cómic original, de los títulos de crédito del filme cuyo guión han escrito los hermanos Wachowski (´Matrix´) es más que un desencuentro: es una traición

En los títulos de crédito de V de Vendetta,adaptación cinematográfica de la ya clásica historieta (o, si lo prefieren, novela gráfica) de Alan Moore y Dave Lloyd dirigida por James McTeigue y guionizada por los hermanos Wachowski, hay una omisión inquietante: el nombre del propio Alan Moore. Habrá quien se sienta un tanto desconcertado por la ausencia: a fin de cuentas, Vde Vendetta no es ni La liga de los hombres extraordinarios de Stephen Norrington, ni el Desde el infierno de Albert y Allen Hughes, adaptaciones de otros trabajos de Moore que se convirtieron en palidísimas sombras de sus respectivos originales. V de Vendetta (el original) es Moore en estado puro: la obra que estableció ese estilo caudaloso, denso y cargado de referencias que el guionista seguiría explorando más tarde en trabajos como Watchmen,From Hell o la abortada Big Numbers.Todo lo que hay de remarcable en Vde Vendetta editorial con la que ha querido romper todo lazo profesional- vendiese al productor Joel Silver los derechos de adaptación.

La actitud del guionista está lejos del divismo de autor y, de manera harto consecuente, se sitúa bastante cerca de la integridad conceptual de su personaje V (que, por otro lado, más que personaje podría ser concepto. O ideal): lo curioso es que, en este caso, al contrario de lo que ocurría con las adaptaciones de Norrington y los hermanos Hughes, no estamos hablando de una mala película. El V de Vendetta de McTeigue es un trabajo notable: su condensación de una historieta que supera las 250 páginas roza lo virtuoso y el conjunto simula bien su condición de producto de evasión situado por encima de la bajísima media (intelectual) del blockbuster (taquillazo) de Hollywood. De hecho, puede dar la impresión de que McTeigue y los Wachowski se han impuesto una altísima exigencia de fidelidad. Y es posible que sea así, pero el problema es que los Wachowski no debieron entender lo que Moore y Lloyd querían decirles.

La película lo tiene todo para deslumbrar al crítico o al espectador exigente que jamás haya estado demasiado cerca de un comic-book.No sería raro que su visión inspirara algún texto sobre la llegada del cine-espectáculo de Hollywood a la edad adulta, cuando, en realidad, la película de McTeigue no es más que trivialidad disfrazada de complejidad, conformismo vestido de transgresión. Y, ante todo, una traición a los planteamientos ideológicos de Moore que, por desgracia, no puede ser descalificada como un producto absolutamente desdeñable.

Cuando, allá por 1982, Moore y Lloyd iniciaron su trabajo enVdeVendetta - serie que no se completaría hasta el 88- tenían en la cabeza jugar con la fascinación cultural británica por el héroe villano, arquetipo que adoptaría muy diversas modulaciones entre, pongamos por caso, Robin Hood y el Spider de la IPC. Así, su trabajo bebía del espíritu del folletín al mismo tiempo que establecía el gris de la ambigüedad como valor cromático en su gama moral. En otras palabras, Moore no postulaba a V, el vengador desfigurado con máscara de Guy Fawkes, como el héroe de su historieta, sino que interrogaba a sus lectores acerca de la licitud de otorgarle esa función narrativa. Por otro lado, V de Vendetta,reacción de un anarco alunado en la Gran Bretaña tatcherista, disfrazaba de anti-utopía levemente futurista una dialéctica de transparente médula política entre un fascismo sin maniqueísmos y un anarquismo que (el matiz es sumamente importante) no habría que confundir de ningún modo con lo que hoy entendemos por terrorismo.

En los trabajos de Alan Moore los detalles lo son todo. Y en el cine-espectáculo americano los detalles hace tiempo que han dejado de existir. La distancia entre " V de Vendetta"(el original) yVdeVendetta (la fotocopia) está en los detalles. Es decir, está en todo. Para empezar, Joel Silver (el productor) parece convencido de haber financiado una película de superhéroes, cuyo protagonista es un justiciero que salva al mundo. Quizás los Wachowski vayan un poco más allá y lleguen a considerar a V una suerte de post-folletinesco terrorista por la libertad (o sea, un héroe) en un futuro perverso de valores invertidos. Pero el caso es queVno es ni una cosa ni otra: el personaje de Moore es una encarnación funcional de ese corpus ideológico anarquista que el autor diseccionó a fondo y que, en la pantalla, sólo luce por su ausencia. ElVde los Wachowski es, en definitiva, un demócrata y el problema de su película es que, esencialmente, se trata de una película apolítica. Aunque se esfuerce tanto en no parecerlo.

domingo, abril 09, 2006

Azul Oscuro Casi Negro, Voiver, Bienvenido a casa... atracón de cine español

Con Bienvenido a casa ya son tres las películas españolas que he visto esta semana. Comencé con AzulOscuroCasiNegro, y antes de pasar por taquilla para ver la última de Almodóvar, Volver, me sumergí en las maquinaciones terroristas de V de Vendetta.

El caso es que, de manera casual, he asistido a la proyección de tres filmes hechos en este país en muy pocos días y la sensación general es de gran satisfacción. Me han gustado mucho, me han llegado mucho, las he disfrutado como hacía tiempo.

Me he creído a casi todos los actores. Y ese es el gran problema que tengo con el cine patrio, que normalmente no me creo las actuaciones, tengo la sensación general de que cada actor se interpreta a sí mismo y no al personaje que le proponen. Pero en esta ocasión, en las tres ocasiones, no ha sido así.

Comenzado por el jueves, el debut cinematográfico de Daniel Sánchez Arévalo ha sido tal vez la que mayor sorpresa me ha provocado. Porque no esperaba nada, porque no sabía nada, porque acudía a la sala dispuesto a dejarme sorprender y con la premura, la necesidad de encontrar un buen tema para escribir la columna quincenal. ¡Y vaya si lo encontré! Seis actores, no más, han hecho falta para contarnos lo jodidamente complicado que es tomar decisiones y salir de esa caja en la que nos encerramos que es nuestra vida; en lo angustioso que puede ser decirle la verdad a la persona a la que quieres; en lo feliz que te hacen los otros; en lo glorioso que es tener un buen amigo que sea capaz de hacerte reír aunque no entienda una mierda de lo que te pasa; en lo frustrante que es comprender que en realidad eres igual que ese padre al que tanto desprecias; en que huir no es una solución, ni siquiera aunque la huida sea hacia dentro de uno mismo; en que el cambio por el cambio no es nada si no hay una metamorfosis en el cerebro, en el alma; porque un paisaje distinto no implica que la vida también lo sea.

Luego, el sábado y de rebote, porque decidió Juan casi al azar, vimos Volver. Temeroso de no saber con qué iba a encontrarme, pese a las bondades que había leído de la nueva película de Almodóvar. El fiasco del anterior film del manchego fue taaaaan grande que los escudos estaban todos activados. Probablemente por eso la primera sonrisa tardó en aparecer, por eso los problemas de sonido que parece que NUNCA desaparecen del cine patrio resaltaban más que las circunstancias vitales de Penélope Cruz, un hallazgo la verdad; que la cara de pánfila de Lola Dueñas, su hermana en la ficción; que el corte de pelo que no pega ni con cola en un pueblo manchego del personaje que interpreta Blanca Portillo... En apenas un cuarto de hora todos los prejuicios habían desaparecido, los errores se veían abrumadoramente superados por la emoción, la entereza, la sorpresa, la alegría, la valentía, los cojones de un grupo de mujeres que se pegan hasta con la muerte para seguir viviendo. Muchas risas, sin llegar a la carcajada, ayudan a construir en mi la sensación de asistir a una gran tragi-comedia con visos de fantasía rural y thriller urbano en el que el rencor sólo es una fachada para ocultar el amor entre una hija y su madre.

Y hoy hemos disfrutado de la hermosura de los rostros de Ariadna Gil, Pilar López de Ayala y Juana Acosta en Bienvenido a casa, la última propuesta de David Trueba. Y mira que me gustan poco las historias ambientadas en el mundo del periodismo, básicamente porque todas me suenan a falsas (sobre todo las series televisivas). Pero el caso es que la historia de amor entre Alejo Cuervo / Samuel y Pilar López de Ayala / Eva es un perfecto retrato de la transición a la madurez, el cambio de la vida alegre a la responsabilidad. A puñetazos, tal vez; con sangre, como debe ser, en la nariz o en la mejilla; con errores, como resulta inevitable; con tiempo, con esfuerzo y aunque sea intentando superar las trabas de las circunstancias, que más que ayudar parecen poner zancadillas una tras otra y en fila. Especialmente me ha gustado la manera en la que todas las facetas de la vida que se le presenta a Samuel ante el embarazo de Eva quedan perfectamente dibujadas en cada uno de sus compañeros de redacción: la cínica que esconde en lo más profundo la emoción verdadera, el ciego que mató a su amor y que sólo busca alguien que le cuente películas, el radical que se licenció en empresariales, el periodista deportivo que nunca leyó un libro (de esos conozco más de uno) y que huye del compromiso, el viejo fotógrafo que se jubila y que sabe que la vida es una puta corrosiva, el que va de sobrao pero está aislado del mundo, el padre (in)feliz que vive en una nube... Muchas opciones vitales que se extienden ante los ojos de un joven que va a dejar de serlo por su propio camino, mirando cómo algunos de los que le rodean son incapaces de tomar esas decisiones que hacen avanzar al propio ser y que, por ello, se quedan estancados. Algo que él descubre que no quiere hacer.

Una buena semana, sí señor.