Es curioso las cosas que llegan a publicar los periódicos.
Tras reírme con el programador que quiere editar tebeos en ADLO, leo lo que sigue:
TVE anuncia la suspensión de ´Esto es vida´
EUROPA PRESS - 16/02/2005
TVE anunció ayer la suspensión de Esto es vida (TVE-1, 19.05), magacín que presenta Juan Ramón Lucas, tras la petición de la propia productora, El Mundo TV, debido a su baja audiencia, agudizada en las últimas semanas por retoques en la parrilla. Si bien el show podría terminar este viernes, un portavoz de RTVE declaró que podría prolongarse aún una semana.
Con el reclamo de Lucas, Esto es vida era una de las estrellas de la nueva programación. Al principio, el programa mantenía un 16,3% de cuota, pero el estreno de la serie juvenil Smallville antes de su emisión y el incremento de los bloques publicitarios hicieron caer hasta el 11-12% su share.
Que digo yo.
¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?
Según esta nota, la culpa de la desaparición de la parrilla de un programa para adultos en horario juvenil la tiene la inclusión de un programa para jóvenes que lleva tres semanas y que se emite antes. Que, cuando estaba en horario nocturno, tenía mucha más audiencia que todos los intentos de la tele pública actual en luchar en una batalla cuyas reglas parecen desconocer sus directivos.
¿Y no será que el programa de Lucas no era el adecuado para ese horario, independientemente de quién estuviera antes o después?
jueves, febrero 17, 2005
domingo, febrero 06, 2005
Million Dollar Baby
Es una voz madura, seria, la que nos cuenta lo que sucede; más tarde reconoceremos que es Scrap, el encargado del gimnasio de barrio alrededor del cual se relacionan los tres personajes, quien está leyendo / escribiendo una carta.
Habla de Frankie Dunn, un entrenador de boxeo, aunque no sabremos a quién se dirige hasta el final.
La historia que nos cuenta es de las buenas. Dura, durísima, como suele suceder cuando se trata de boxeo. De esperanzas, de pasiones, de fracasos y de éxitos.
Pero que la historia trate de una mujer que con 31 años quiere hacerse boxeadora profesional no es lo más importante, según el mismo Eastwood. Lo realmente trascendente es la relación que se crea entre esta mujer y su entrenador, la manera en la que cada uno lucha su propia guerra para conseguir lo que pretende; o caer derrotado. Ella, escapar del oficio de camarera que la atenaza 18 años ya. Él, redimir la culpa que siente por algo, no se sabrá qué, sucedido 23 años atrás; tal vez la ceguera parcial de su amigo Scrap, tal vez la marcha de su hija, tal vez su propia incapacidad para reconocer el valor de los demás y sobre-protegerles.
Sólo importa la actuación, la historia, de los tres protagonistas. Los demás, el reparto, como en ninguna otra película que recuerde, están ahí para matizar el carácter, las convicciones, explicar las acciones de las tres estrellas. Son meros puntos, comas, que permiten comprender perfectamente a cada uno de los protagonistas, ya que sirven para cerrar los distintos hilos argumentales que se van entrelazando poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Ahí está la maestría de la mano de Eastwood. Adaptando una novela corta de F. X. Toole, el seudónimo de un conocido entrenador de boxeo de la costa oeste americana, saca de ella los elementos más valiosos (como los diálogos, brillantes) para contarnos una historia de amor paterno-filial entre dos personas que se acaban de conocer. Como, sutilmente, nos lleva por la relación hasta que se convierte en otra cosa. Como, bruscamente, cambia el tono y el tiempo de la historia. Como eclosiona el drama.
La tragedia llega, la ascensión meteórica se convierte en...
No, seamos fieles al director y no avancemos el contenido de la segunda parte de la película. Porque es sorprendente, mucho.
Habla de Frankie Dunn, un entrenador de boxeo, aunque no sabremos a quién se dirige hasta el final.
La historia que nos cuenta es de las buenas. Dura, durísima, como suele suceder cuando se trata de boxeo. De esperanzas, de pasiones, de fracasos y de éxitos.
Pero que la historia trate de una mujer que con 31 años quiere hacerse boxeadora profesional no es lo más importante, según el mismo Eastwood. Lo realmente trascendente es la relación que se crea entre esta mujer y su entrenador, la manera en la que cada uno lucha su propia guerra para conseguir lo que pretende; o caer derrotado. Ella, escapar del oficio de camarera que la atenaza 18 años ya. Él, redimir la culpa que siente por algo, no se sabrá qué, sucedido 23 años atrás; tal vez la ceguera parcial de su amigo Scrap, tal vez la marcha de su hija, tal vez su propia incapacidad para reconocer el valor de los demás y sobre-protegerles.
Sólo importa la actuación, la historia, de los tres protagonistas. Los demás, el reparto, como en ninguna otra película que recuerde, están ahí para matizar el carácter, las convicciones, explicar las acciones de las tres estrellas. Son meros puntos, comas, que permiten comprender perfectamente a cada uno de los protagonistas, ya que sirven para cerrar los distintos hilos argumentales que se van entrelazando poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Ahí está la maestría de la mano de Eastwood. Adaptando una novela corta de F. X. Toole, el seudónimo de un conocido entrenador de boxeo de la costa oeste americana, saca de ella los elementos más valiosos (como los diálogos, brillantes) para contarnos una historia de amor paterno-filial entre dos personas que se acaban de conocer. Como, sutilmente, nos lleva por la relación hasta que se convierte en otra cosa. Como, bruscamente, cambia el tono y el tiempo de la historia. Como eclosiona el drama.
La tragedia llega, la ascensión meteórica se convierte en...
No, seamos fieles al director y no avancemos el contenido de la segunda parte de la película. Porque es sorprendente, mucho.
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