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El vehículo de esta ficción es Hulk, un perro/cerdo que vive en un futuro frío, uno más del grupo que viaja sobre la inconmensurable capa de hielo que cubre lo que una vez fue conocido como Europa, constipado (y, por lo tanto, inútil en su función de rastreador) por una nieve perenne que reposa o se agita en las tormentas provocadas por un período glaciar consecuencia de un exagerado calentamiento global provocado por la mano del hombre y que lleva el nombre de los que los habitantes de ese futuro piensan que fue un dios.
“Período glaciar” es una crítica lacerante hacia las barbaridades científicas que se pueden llegar a decir cuando no se tiene ni puñetera idea de lo que se tiene delante (un mercado de abastos es tomado por un templo de oración). El desconocimiento de la historia exacerba la imaginación de los supuestos eruditos ante los cuadros del Louvre desparramados por el suelo. No puedes sino reír con las barbaridades que son capaces de elucubrar, pero ¿tienen más razón los actuales arqueólogos al interpretar los monumentos babilonios, o merecen éstos la misma reacción de hilaridad? Se trata, en fin, de una oda al arte que permanecerá vivo una vez hayamos acabado con la civilización que tantos milenos nos ha costado construir.
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