El destino final del increíble hombre menguante es desaparecer.
En la película de los años 50, al menos, era éso lo que le sucedía. Se hacía cada día más y más pequeño, de una manera sorprendente e incluso terrorífica. El film acababa con una disertación filosófica interesante sobre los límites de la realidad, de la percepción humana y, también, de la existencia de un ser superior.
Como todas entonces, la historia tenía una interpretación en clave política muy crítica con el sistema capitalista, aunque también con el comunista, por la manera en la que ambos hacen desaparecer la personalidad de los ciudadanos para que sea absorbida por la de la empresa, por un lado, y el estado, por otro.
También se puede hacer un paralelismo entre la relación que tiene el protagonista, el bueno de Scott Carey, con su esposa, Louise. Y la manera en la que el miedo se va apoderando de ella cuando observa que el cambio no sólo es curioso, sino desagradable; pero, sobre todo, imparable. De cómo la relación de dos personas que se quieren puede llegar a desaparecer cuando una de ellas cambia, y la otra se queda estática, paralizada, de tan sorprendida que está por dicho cambio.
He recordado la película, y sus múltiples interpretaciones, gracias a un texto que me han mandado y que se atribuye a William Shakespeare. No recuerdo haber leído en ninguno de los folios del dramaturgo inglés la cita, pero tampoco me los sé de memoria. Lo he visto hoy y hace referencia a los hombres grandes y pequeños. En las relaciones humanas. Entre dos personas.
Es curioso, porque no me había planteado tal metáfora. Es interesante, no tanto el texto, sino los pensamientos que pueden llegan a provocar unas frases generales que se distribuyen de manera más o menos amplia y de las que eres un circunstancial receptor.
Te planteas, por ejemplo, cómo serás para la persona que te lo ha mandado, si grande o pequeño. Y, por ende, cómo serás para las personas con las que te relacionan, y cuál es el tamaña relativo de éstas para ti.
Tras lo cual me ha venido el recuerdo de la película. Y, como consecuencia, la frase que inicia el texto.
Aunque, curiosamente (o no, pero ese es otro tema), lo ha hecho en inglés.
The ultimate fate of the shrinking man is to disappear.
En la película de los años 50, al menos, era éso lo que le sucedía. Se hacía cada día más y más pequeño, de una manera sorprendente e incluso terrorífica. El film acababa con una disertación filosófica interesante sobre los límites de la realidad, de la percepción humana y, también, de la existencia de un ser superior.
Como todas entonces, la historia tenía una interpretación en clave política muy crítica con el sistema capitalista, aunque también con el comunista, por la manera en la que ambos hacen desaparecer la personalidad de los ciudadanos para que sea absorbida por la de la empresa, por un lado, y el estado, por otro.
También se puede hacer un paralelismo entre la relación que tiene el protagonista, el bueno de Scott Carey, con su esposa, Louise. Y la manera en la que el miedo se va apoderando de ella cuando observa que el cambio no sólo es curioso, sino desagradable; pero, sobre todo, imparable. De cómo la relación de dos personas que se quieren puede llegar a desaparecer cuando una de ellas cambia, y la otra se queda estática, paralizada, de tan sorprendida que está por dicho cambio.
He recordado la película, y sus múltiples interpretaciones, gracias a un texto que me han mandado y que se atribuye a William Shakespeare. No recuerdo haber leído en ninguno de los folios del dramaturgo inglés la cita, pero tampoco me los sé de memoria. Lo he visto hoy y hace referencia a los hombres grandes y pequeños. En las relaciones humanas. Entre dos personas.
Es curioso, porque no me había planteado tal metáfora. Es interesante, no tanto el texto, sino los pensamientos que pueden llegan a provocar unas frases generales que se distribuyen de manera más o menos amplia y de las que eres un circunstancial receptor.
Te planteas, por ejemplo, cómo serás para la persona que te lo ha mandado, si grande o pequeño. Y, por ende, cómo serás para las personas con las que te relacionan, y cuál es el tamaña relativo de éstas para ti.
Tras lo cual me ha venido el recuerdo de la película. Y, como consecuencia, la frase que inicia el texto.
Aunque, curiosamente (o no, pero ese es otro tema), lo ha hecho en inglés.
The ultimate fate of the shrinking man is to disappear.
1 comentario:
Uys! por favor escribe otro post ya, que esa película la ví de pequeña y me dió mu mal rollo. Uf! que angustia existencial ese final en el césped después de matar a la araña.
Y además con la aracnofobia que tengo... uf, uf, uf...
Un saludillo y ánimo para el nuevo curso, tranquilo que cada año llegan más tarugos y con más faltas de ortografía.
Jajajajajajajajaja.
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