Cuando un gato se pone a hablar, es que está enamorado. O que se ha comido al loro.
Cuando un gato está enamorado, es que su dueña es una mujer hermosa. Aunque también puede vivir un loro con ellos.
Cuando la mujer hermosa es la hija de un rabino, entonces es que se trata de una historia de Joann Sfar.
El autor francés lleva sorprendiendo varios años con la originalidad de sus historias, la calidad de sus textos y la aparente sencillez de sus dibujos. La historia que nos cuenta en cuatro tomos publicados ya en Francia, de los cuales tres ya han aparecido en España, es sorprendente, hermosa, delicada, inteligente, profunda y muy emocionante.
La vida de un gato en una sencilla familia argelina, ambientada en la época de entreguerras, cambia cuando decide que el loro de la casa habla demasiado. Incapaz de decir si es judío o no, se enfrasca en complejas discusiones religiosas que el padre de su dueña, un rabino viudo que desea ver bien casada a su única hija. Es el mismo animal el que nos cuenta lo que ocurre, en una voz en off de frases cortas pero directas. O mediante largas discusiones con los miembros más radicales de la comunidad judía, que resume de una manera escueta y cruel.
Pero aunque un gato sepa hablar, sigue siendo un gato. Va a la suya. Hace lo que se le antoja. Está con quien quiere.
Dialoga plácidamente con un león, que es la mascota de un amigo de su dueño, que está de visita. O con un burro que sabe cantar en tres idiomas, lo cual es un problema, ya que según su dueño, desafina.
Y se embarca de viaje a París, cuando su recién comprometida ama va a visitar a la familia de su joven esposo. Y donde, su dueño el rabino, se queja del clima y duerme en una iglesia por no encontrar alojamiento.
Una historia que parece que habla de religión, aunque en realidad lo haga de cómo cada cual busca su lugar en su pequeño mundo.
¿Qué puede hacer callar a un gato cuando sabe hablar?
Según parece, invocar el nombre de Dios en vano.
Aunque tal vez sea la mujer de la que está enamorado, cuando ya no le hace caso.
Cuando un gato está enamorado, es que su dueña es una mujer hermosa. Aunque también puede vivir un loro con ellos.
Cuando la mujer hermosa es la hija de un rabino, entonces es que se trata de una historia de Joann Sfar.
El autor francés lleva sorprendiendo varios años con la originalidad de sus historias, la calidad de sus textos y la aparente sencillez de sus dibujos. La historia que nos cuenta en cuatro tomos publicados ya en Francia, de los cuales tres ya han aparecido en España, es sorprendente, hermosa, delicada, inteligente, profunda y muy emocionante.
La vida de un gato en una sencilla familia argelina, ambientada en la época de entreguerras, cambia cuando decide que el loro de la casa habla demasiado. Incapaz de decir si es judío o no, se enfrasca en complejas discusiones religiosas que el padre de su dueña, un rabino viudo que desea ver bien casada a su única hija. Es el mismo animal el que nos cuenta lo que ocurre, en una voz en off de frases cortas pero directas. O mediante largas discusiones con los miembros más radicales de la comunidad judía, que resume de una manera escueta y cruel.
Pero aunque un gato sepa hablar, sigue siendo un gato. Va a la suya. Hace lo que se le antoja. Está con quien quiere.
Dialoga plácidamente con un león, que es la mascota de un amigo de su dueño, que está de visita. O con un burro que sabe cantar en tres idiomas, lo cual es un problema, ya que según su dueño, desafina.
Y se embarca de viaje a París, cuando su recién comprometida ama va a visitar a la familia de su joven esposo. Y donde, su dueño el rabino, se queja del clima y duerme en una iglesia por no encontrar alojamiento.
Una historia que parece que habla de religión, aunque en realidad lo haga de cómo cada cual busca su lugar en su pequeño mundo.
¿Qué puede hacer callar a un gato cuando sabe hablar?
Según parece, invocar el nombre de Dios en vano.
Aunque tal vez sea la mujer de la que está enamorado, cuando ya no le hace caso.
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