viernes, agosto 12, 2005

En otro pais, mas lejos todavia

Bueno, podras comprobar que sigo sin poner acentos. Cosas de los americanos. Hoy tampoco pondre fotos, ma;ana con calma subire unas cuantas.

Acabamos de llegar -hace dos horas- de un par de dias en las Cataratas del Niagara.

Ha sido un viaje interesante, muy largo en realidad, pero que sin ninguna duda ha valido la pena.

Nos levantamos ayer de madrugada, eran poco mas de las sies de la ma;ana cuando salimos de la casa. Y no fue por capricho, ciertamente, ya que el recorrido nos iba a llevar a casi 400 millas de distancia. Esto es, mas de 640 kilometros. Y del tiron.

Bueno, no, porque paramos hasta cuatro veces. Mariana nos imprimio un par de hojas con todo el recorrido desde la puerta de su casa hasta la puerta del hotel: paso 14, desvio a la derecha por la salida 13 de la carretera 84 este en direccion a Buffalo, longitud del tramo 0'3 millas: asi, pero cuatro folios.

Conduce el Presi, que le encanta ir al volante, y Carol y yo nos turnamos a su lado para darle conversacion. No lo conseguimos durante todo el recorrido, ya que durante un rato (media hora, a lo sumo), caemos ambos en los brazos de Morfeo y el conductor tiene que entretenerse con las vistas. Contando arboles estaria, ya que es lo unico que hay desde aqui hasta Canada, ademas de algun lago.

Cruzamos el rio Niagara por el Puente del Arco Iris. Mira que son cursis estos americanos. Y nos adentramos en la peque;a Las Vegas, cuatro manzanas de centros recreativos y de ocio en la parte canadiense del rio, completamente distinto a lo que hay en la americana, que es un parque grande.

El hotel es es-pec-ta-cu-lar. Las vistas desde el piso 25 en el que esta nuestra habitacion son primorosas. Asi que deshacemos las maletas -por cierto, parecemos un equipo deportivo, ya que las tres bolsas son iguales, nos las regalo Mariana el martes- y nos dirijimos a la atraccion mas interesante. Damos una vuelta antes, ya que esta lloviendo. Nos preocupa mojarnos, sin saber lo que nos espera en unos minutos.

Se llama The Maid of the Myst, esto es, la dama de la bruma, y es un viaje en barco de aproximadamente media hora de duracion hasta el mismo centro de la caida de los millones de litros por segundo que resbalan por las cataratas. Hablo en plural, porque son tres. Y las vemos realmente de cerca.

Es emocionante. El ruido ensordecedor, el agua que te cubre completamente, la luz que se refleja y forma cienes y cienes de arcos de colores, aunque el dia no era realmente luminoso, ya que el cielo permanecia encapotado.

Carol llega a llorar, segun confiesa despues, de la emocion que le ha producido estar ahi abajo, sintiendo la fuerza con el movimiento del barco y el estruendo de la caida del agua. Es realmente hermoso. Como dice Emi, esto no se puede contar, hay que vivirlo.

Tras el breve y muy intenso viaje, regresamos al hotel. Nos preparamos, porque esta noche tenemos una reserva en al Skylone, un restaurante giratorio que esta en la parte superior de una torre de mas de 50 metros de altura y en el que se come de vicio, la verdad. Las vistas tambien son fantasticas, ya que al ser de noche se ve todo iluminado (mira que gastan en luz estos americanos, y nosotros en Espa;a comprando bombillas de bajo consumo); incluso las cataratas, ya que hay espectaculos de luces de colores utilizando las diferentes caidas de agua como telon donde reflejar las combinaciones.

Estamos hinchados. Tambien, muy cansados. Y la parejita esta noche no tiene intimidad, ya que compartimos dormitorio, asi que nos dormiremos pronto, que ma;ana aun hay que hacer mas cosas antes de regresar.

El dia amanece con la mejor de las sorpresas.

Mariana y Enrique han ido al hospital esta ma;ana, a las 6, para preparar con tiempo el parto. Ha entrado en el quirofano a las 8 de la ma;ana, y a las 8 y 35 ya tenia a su segundo hijo en los brazos. (Hay fotos, por supuesto, pero he de pedir permiso para ense;arlas). Al despertarnos, media hora despues, hemos llamado al padre y nos ha contado que todo ha ido bien, que estan los dos estupendamente. Una gran alegria para comenzar la jornada.

Asi que tras buscar un lugar donde tomar un desayuno mas o menos decente, y terminar en el Starbucks (como no!), volvemos hacia el rio, ya que hoy queremos bajar andando. El paseo por el margen del rio de la parte canadiense es un poquito decepcionante, ya que no es tal cosa, sino que te meten en un ascensor, te bajan 25 metros, caminas un tunel y, al final, ves las cataratas. Claro, estas a tan solo cuatro metros de la caida, y la chopada es de ordago, pero no andas realmente detras de la cortina de agua, sino que la ves desde una distancia prudencial (el agua llega a la parte superior a 65 kilometros por hora, imagina la velocidad que tiene al caer 35 metros mas abajo). Lo vimos ayer desde el barco, y nos lo han confirmado los anfitriones: desde el lado americano se anda por la ribera del rio y se pasa por detras de una de las caidas, como se puede ver en la pelicula de Marilyn que lleva el titulo del rio y de una de las cascadas.

Pero aun asi, la experiencia es muy interesante. Y humeda, por supuesto.

Al subir, el cansancio nos puede y nos sentamos durante casi media hora. Ya que nos espera un, de nuevo, pesado viaje por carretera de mas de 6 horas.

Nos recibe con una sonrisa, como no, Enrique. Esta noche la pasara en su casa. Besos y abrazos. Conocemos a los padres de Mariana, que han venido a verla. Hoy duermen aqui.

Como nosotros, que estamos derrotados.

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