miércoles, agosto 17, 2005

Y para acabar

Los dos últimos días en la ciudad han resultado muy agradables.

Comenzamos con una visita a Broadway. No podíamos marchar de aquí sin pasar por un musical y, encontrándose Carol en el grupo, no podía ser otra que El Fantasma de la Ópera.

Ella estaba realmente emocionada, y servidor disfrutó la experiencia. El decorado y el vestuario eran fastuosos, y la voz de los cantantes impresionaba de verdad. La historia era conocida por todos, así que no era ése el interés de la visita. La disfrutamos todos, más o menos lo mismo que la cena en el restaurante dominicano al que nos llevó Enrique después de finalizar la obra. No habría entrado de haber ido solo, lo puedo asegurar, pero dentro del local parecía que estábamos en otro país.

Nuestro pobre anfitrión llegó muy tarde a casa; mientras nosotros descansábamos en el hotel, él hacía carretera. Es un sol.

Llegó la mañana y realmente había pocas cosas más que hacer. Es decir, que no costaran dinero y que pudiéramos hacer. Nuestros pies están muy machacados y tampoco queremos andar demasiado. Además, por la tarde vendrá otra vez Enrique para llevarnos a Brooklyn, así que decidimos ir al Madison Square Garden.

De camino, pasamos otra vez por el centro Rockefeller, y entro en la tienda de la NBC. Hay tantas cosas que comprar… Así que no me gasto ni un centavo. Quiero asistir a la grabación de un programa, pero serán mucho más tarde, así que lo dejo para la próxima vez.

Mientras, Carol y Emi están… comprando. Casi compulsivamente. Un montón de camisetas, zapatos, yo qué sé.

Nos volvemos a encontrar en Times Square, en el rato en el que caen unas gotas. El día es delicioso para pasear, ya que no hace calor y la humedad es aceptable. Pero hay tanta gente por esta zona de la ciudad. Así que bajamos por la séptima hasta el Madison y pasamos un buen rato haciendo fotos dentro del hall, ya que no está permitido pasar a la arena. Una lástima, la verdad.

Tras la última comida gorrina del viaje, en un local juston en la entrada de Penn Station, subimos algunas calles hasta el Empire State Building para visitar la última tienda de tebeos de la ciudad. Es la mejor provista de todas, es una lástima que no la haya descubierto antes. Mentalmente me repito que volveré.

Ya en el hotel, Enrique acaba de llegar y nos vamos a una tienda que conoce al otro lado del East River. Compramos chocolate, delicious, y después en un local en el que venden ropa que se cae de los camiones, Emi consigue dos vaqueros y cuatro cinturones por un precio ridículo, y yo un jersey de Diesel por 10 dólares. Que nunca nadie más tendrá en España, JAJAJA. Esto… ejem.

En la casa nos está esperando, preparada ya, una estupenda barbacoa. Carne, hamburguesas, perritos, patatas, mazorcas, buen vino y fría cerveza. Una gran cena para despedir la estancia.

Que nos vamos en un rato.

Con gran pena.








3 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de llegar de Cuba y me he puesto a leer tus andanzas en NY aunque no todas porque estoy bastante cansada. Veo que te lo has pasado genial y no te ha defraudado la ciudad más alucinante del mundo.
Te llamo mañana? no sé exactamente en qué día viviamos...
besos

Anónimo dijo...

Tronco, antes de quedar con Maite (a la que saludo, por cierto), escucha mi oferta porque quiero ser el primero al que le cuentes por qué coño llevas ese sombrero cuando sales al extranjero... Ofrezco Burguer King (para suavizar el cambio alimenticio)y Sin City (una de esas de amor que nos gustan a nosotros)

Anónimo dijo...

El del burguer y el cine era yo!!!