viernes, agosto 12, 2005

Ese pedazo de Guggenheim

El martes en la ciudad consistio, basicamente, en una visita al Museo Guggeheim.

Y como hoy no toca poner fotos, dire sencillamente que el catalogo de la exposicion de Mapplethorpe adornadara la mesa del salon de mi casa. Para el que quiera venir a verlo. Tentado estuve de comprar una lamina de Keith Haring sencillamente deliciosa, o una vibrante de un cuadro de Rothko, o la de la composicion numero 8 de Kandinsky, o la de Juan Gris, de Picasso, de Cezanne, de Monet... Pero ya tengo la de Pollock que compre en el MOMA, y es suficiente.

Encima, el edificio es maravilloso. Las exposiciones principales esta colocadas en la parte interior de una espiral de cinco pisos de altura que, sin duda, has visto en mas de una pelicula. La obra circular que hizo mundialmente famoso a Frank Lloyd Wright y que definio un museo como un edificio singular dentro del cual hay cosas extraordinarias.

Solo una cosa tuvo de negativa la jornada, y fue el cansancio. Las muchas horas que andamos dia si y dia tambien estan haciendo mella en nuestra poco acostumbrada fisiologia, y los pies hacen pupita. Lo cual nos incita a probar los muy numerosos y ruidosos trasnportes publicos metropolitanos de superficie, asi que primero cogemos un bus, visitamos las galerias Bloominsdale, me compro unos calzoncillos rojos en las rebajas de la tienda de Diesel que hay enfrente (no tenian en mi talla el pantalon que queria comprarme y me negaba a marchar con las manos vacias), cogemos un taxi y, de nuevo en la estacion de autobuses, nos disponemos a marchar a Pomona, pronto porque ma;ana sera una jornada muy dura.

Llamamos a Enrique para que pase a recogernos por la parada cuando regrese a casa y, aprovechando la circunstancia, nos quedamos a comer por alli en un sitio de marisco -su comida favorita- en el que esta todo para chuparse los dedos.

Mariana, Alessandro y Susana estan fuera, en la rampa de acceso al aparcamiento, cuando llegamos. Todos nos marchamos pronto a nuestras habitaciones, porque la madrugada nos pillara a todos levantados.


[el portatil de la casa sigue sin tener acentos]

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